Pasaporte, billete de avión, pelas y tarjeta de crédito preparados. Una mochila con ropa y algún que otro regalo para quienes me esperan allá, la bici -la chiva a partir de ahora- y nada más... dejar que pasen estas horas, las peores horas de los viajes, en las que uno no está ni aquí ni allí. Y todas esas ganas por viajar que han ido a más en las últimas semanas se diluyen con la pereza propia pre-viaje al pensar en el tedio de las esperas, facturaciones, escalas, etc.
Y bueno. Siempre es así pero enseguida pasa y el Domingo de tarde ya podré pasear por la Rambla de Montevideo. Parece que dan buen tiempo pero aunque lloviesen cats and dogs sé que voy a sentirme recontento de iniciar este viaje, que intuyo no va a ser uno más...
OPERAÇÃO LARANJOÃO - CRÓNICA LITERÁRIA 2
Hace 1 semana